La CEPAL [12] destaca el papel crucial de las iniciativas gubernamentales en la transición hacia modelos
más sostenibles donde se resalta la necesidad de desarrollar marcos normativos sólidos que permitan
escalar las soluciones tecnológicas propuestas. En el ámbito de los edificios, Martínez [13] aborda
directamente los desafíos técnicos en América Latina, destacando la integración de sistemas HVAC
avanzados y energía solar como soluciones clave. Esta perspectiva técnica es complementada por el análisis
del BID [14], que introduce el concepto de redes inteligentes como un componente fundamental para
transformar la gestión energética en entornos urbanos, resaltando su aplicabilidad en ciudades sostenibles.
Por otro lado, y partiendo de una perspectiva internacional, López et al. [15] comparan los enfoques de
eficiencia energética en edificios universitarios en Brasil y España, ofreciendo un modelo que combina
buenas prácticas y adaptabilidad a distintos contextos. Bajo este propósito, Das et al. [16] examinan la
capacidad para optimizar el consumo energético en edificios inteligentes mediante algoritmos avanzados,
mientras que Setz et al. [17] proponen métodos innovadores para la gestión operativa y la optimización
energética, respectivamente. Aunque prometedores, estos enfoques enfrentan desafíos de implementación
relacionados con la infraestructura y la capacitación tecnológica en la región para implementar energías
renovables como la energía eólica o solar. Siguiendo esta misma preocupación, la reutilización de datos
también juega un rol fundamental en la eficiencia energética, como lo resalta Perry et al. [18] cuando
analizan cómo mejorar la eficiencia energética en edificios existentes mediante tecnologías inteligentes, un
aspecto crucial para una región con un parque inmobiliario predominantemente antiguo. Por último, la
influencia de las políticas públicas queda claramente evidenciada en el estudio de Kiliccote et al. [19], que
compara la efectividad de los sistemas de gestión energética con las medidas normativas. Este trabajo
enfatiza la necesidad de un equilibrio entre regulación e innovación para maximizar los beneficios en
términos de ahorro energético. Finalmente, Tarantola [20] explora el papel de la inteligencia artificial como
catalizador de eficiencia energética, subrayando su capacidad para reducir tanto el consumo energético
como las emisiones de carbono.
Casos de Estudio
Para entender mejor la aplicación práctica de los conceptos de eficiencia energética en edificios
inteligentes en Latinoamérica, es crucial analizar casos reales que se hayan ejecutado en la región. Al
hilvanar el razonamiento anterior con ejemplos concretos, se pueden evidenciar los aspectos clave que se
toman en cuenta para su implementación, como el clima, el uso de materiales renovables y autóctonos, y
la integración de energías renovables.
En la Ciudad de México, el edificio corporativo Torre Reforma se ha convertido en un modelo de eficiencia
energética en América Latina. Este edificio combina tecnologías de monitoreo avanzado, como sensores
IoT que miden el consumo energético en tiempo real, con sistemas de automatización centralizados para
regular la climatización y la iluminación. Además, la estructura cuenta con un diseño arquitectónico que
maximiza la entrada de luz natural, reduciendo la necesidad de iluminación artificial durante el día. Torre
Reforma también aprovecha fuentes renovables al incorporar paneles solares en su sistema energético,
logrando así una reducción del 25% en el consumo eléctrico general. Aunque los costos iniciales de
implementación fueron elevados, estimados en aproximadamente un 15% más que una construcción
tradicional, los beneficios económicos y ambientales, incluyendo un retorno de inversión en menos de cinco
años, han establecido un referente para otros proyectos en contextos urbanos similares [21].
En Johannesburgo, Sudáfrica, el 82 Grayston Drive es un ejemplo sobresaliente de edificio comercial
sostenible en un país en desarrollo. Este proyecto ha integrado sistemas de automatización avanzada que
ajustan automáticamente el aire acondicionado y la iluminación según la ocupación de los espacios.
Además, el edificio utiliza una combinación de tecnologías IoT para monitorear el consumo energético y
paneles solares que generan hasta el 20% de su energía. Estas innovaciones, junto con sistemas de gestión
de agua para reciclaje y reutilización, han reducido los costos operativos en un 30% anual. Aunque el costo
inicial de instalación fue alto, el periodo de amortización de seis años y los incentivos fiscales ofrecidos por
el gobierno sudafricano han contribuido a popularizar este enfoque en otras ciudades del país [22].